La próstata es una pequeña estructura con forma de nuez que forma parte del aparato reproductor masculino ya que produce el 85 % del semen. Este órgano rodea la uretra que es el conducto que transporta la orina fuera del cuerpo. Se caracteriza por evolucionar de forma muy lenta, a diferencia de otros tumores como el de testículo que su desarrollo es mucho más rápido. Es el cáncer más frecuente entre los hombres. Es la segunda causa principal de muerte por cáncer en hombres en los Estados Unidos, sólo por detrás del cáncer de pulmón y se estima que este año se producirán 26,120 muertes a causa de esta enfermedad. En México, durante el 2014, se diagnosticaron alrededor de 233,000 nuevos casos de cáncer de próstata, siendo éste la causa más frecuente de mortalidad por tumores malignos con un 16% de incidencia.
Los principales factores de riesgo para padecer cáncer de próstata son:
1. Antecedentes de cáncer de próstata en familiares cercanos (papá o hermanos). El cáncer de próstata que se hereda en una familia ocurre aproximadamente el 20% de las veces. Puede sospecharse la presencia de cáncer de próstata hereditario si los antecedentes familiares de un hombre incluyen alguna de las siguientes características:
Tres o más parientes en primer grado con cáncer de próstata.
Cáncer de próstata en 3 generaciones del mismo lado de la familia.
Dos o más parientes cercanos, como un padre, un hermano, un hijo, un abuelo, un tío o un sobrino, del mismo lado de la familia a quienes se les haya diagnosticado cáncer de próstata antes de los 55 años.
2. Tener 50 años o más. El riesgo de cáncer de próstata aumenta con la edad, especialmente después de los 50 años. Más del 80 % de los casos de cáncer de próstata se diagnostican en hombres de 65 años o más.
3. Ser afrodescendiente. Los hombres de raza negra presentan un mayor riesgo de cáncer de próstata que los de raza blanca. También tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de próstata a una edad más temprana y de tener tumores agresivos, de crecimiento rápido.
La detección oportuna del cáncer de próstata es clave para un tratamiento exitoso. Para un correcto diagnóstico, el urólogo debe realizar una exploración clínica de próstata (tacto rectal, TR) y posteriormente solicitar un estudio llamado Antígeno Prostático Específico (APE), que es una prueba de laboratorio que se realiza con una muestra de sangre.
Si se sospecha la presencia de cáncer de próstata en función de un análisis de APE o un TR, se requieren más controles y pruebas para diagnosticar cáncer de próstata, específicamente de una biopsia de la próstata.
Generalmente el CAP no provoca, como tal, síntomas. Y si los provoca, son los mismos que los provocados por un crecimiento prostático. Cuando un CAP detectado provoca síntomas o signos, generalmente se diagnostica en un estadio tardío. De ahí la importancia de la prevención.
PREVENCIÓN
Diferentes factores producen diferentes tipos de cáncer. Se continúan estudiando los factores que provocan este tipo de cáncer. Si bien no existe una forma comprobada de prevenir por completo esta enfermedad, tal vez pueda reducir el riesgo.
Los medicamentos denominados inhibidores de la 5 alfareductasa (5-ARI) que incluye la dutasterida y la finasterida, puede reducir el riesgo de un hombre de desarrollar cáncer de próstata. Este tema continúa siendo controvertido, y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los EE. UU. no ha aprobado estos fármacos para la prevención del cáncer de próstata.
No hay suficiente información para realizar recomendaciones claras sobre el papel que juega la dieta en el cáncer de próstata. Puede que sea necesario hacer cambios en la alimentación muchos años antes en la vida de un hombre para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de próstata.
Una alimentación con alto contenido de verduras, frutas y legumbres, como guisantes y frijoles, puede disminuir el riesgo de cáncer de próstata. Se desconoce cuáles son los nutrientes directamente responsables. Aunque el licopeno, el nutriente que se encuentra en los tomates y otras verduras, se ha vinculado a un riesgo más bajo de cáncer de próstata, los datos obtenidos hasta el momento no han demostrado que exista una relación.
Los cambios específicos en la alimentación pueden no detener ni retrasar el desarrollo del cáncer de próstata, y es posible que estos cambios deban hacerse en una etapa temprana de la vida para que tengan algún efecto.
Hablemos ahora sobre la detección, diagnóstico y tratamiento oportuno del cáncer de próstata. Aunque parezca extraño, no todos los hombres con CAP necesitan un tratamiento quirúrgico o médico. Sin embargo, profundizaremos en este tema más adelante. La detección oportuna del CAP está basada en la premisa de que es totalmente curable si se detecta a tiempo, sin embargo, en este afán de curar a nuestros pacientes, a veces caemos en el sobre tratamiento, que quiere decir, ofrecer un tratamiento a quien, en realidad, y basado en los estudios actuales, probablemente no lo requiera.
DETECCIÓN OPORTUNA Y DIAGNÓSTICO
La detección oportuna del CAP inicia a partir de los 40 años en los pacientes que tienen antecedentes familiares directos de CAP (padres, hermanos y abuelos que tienen o tuvieron CAP) y a partir de los 50 años en los demás hombres; y finaliza hasta los 75 años, ya que después de esta edad, la detección oportuna puede llevar a sobre detección y sobre tratamiento, y muchos de éstos hombres, tendrán una vida normal; sin embargo, tenemos que considerar otros aspectos como la propia decisión del paciente, bien informado por nosotros sobre los riesgos y beneficios de la detección posterior a esta edad.
La detección y el diagnóstico oportuno se basan en la prueba del antígeno prostático específico total (APE TOTAL) en sangre y en el tacto rectal (TR). Estas dos armas primordiales para nosotros los urólogos, nos harán tomar decisiones conjuntas con el paciente para llevarlo a una biopsia de próstata guiada por ultrasonido transrrectal. Y finalmente, de acuerdo al reporte de patología, a la exploración física, expectativa de vida y niveles de antígeno prostático, poder clasificar al paciente en grupos de riesgo que nos permitirán, nuevamente, tomar decisiones con respecto al tratamiento.
Ok. Ya diagnosticamos a un paciente con CAP, ya lo clasificamos en su grupo de riesgo, ya le explicamos todo lo necesario en este sentido y ahora, ¿qué opciones de tratamiento tenemos?
TRATAMIENTO
Las opciones de tratamiento del paciente con cáncer de próstata va a depender de la etapa clínica en la que se encuentre el paciente, es decir, si se trata de un paciente con un tumor localizado dentro de la próstata o en sus alrededores (localmente avanzado) o si es un tumor metastásico.
Hoy en día podemos encontrar, cuando menos, siete tipos de tratamiento diferentes para los pacientes con CAP, por tanto, contamos con una amplia variedad de ellos y tenemos que ofrecer el mejor, de acuerdo a las necesidades de cada paciente. Habrá pacientes adultos mayores, por ejemplo, que la función sexual ya no sea algo importante y podemos ofrecer cirugía radical y habrá otros pacientes jóvenes, en los cuales, tendremos que preservar la función sexual lo más posible, dado que juega un papel importante todavía en la vida del hombre, siempre pensando en que el control oncológico es nuestra meta principal.
Los tratamientos actuales son:
Vigilancia activa.
Cirugía radical abierta, laparoscópica o asistida con robot.
Radioterapia.
Terapia hormonal.
Quimioterapia.
Terapia biológica.
Terapia con bifosfonatos.
Los primeros tres los utilizamos en cánceres bien localizados dentro de la próstata y la intención es “curar” al paciente para que no se vuelva a presentar el tumor, preservando la calidad de vida del mismo, evitando, en la medida de lo posible, las complicaciones propias del tratamiento como la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria. Las últimas cuatro, las usamos en pacientes que ya están fuera de tratamiento “curativo” y la intención es controlar el tumor de la mejor manera posible para que el paciente tenga una calidad de vida normal e, igualmente, tratando de evitar los efectos secundarios de los medicamentos usados en la terapia hormonal y la quimioterapia (descontrol del azúcar y de las grasas, disfunción eréctil, pérdida de la líbido, aumento de peso, etc.).
Esperamos que les sirva esta información para que, la próxima vez que acudan con su urólogo, le hagan todas las preguntas que consideren necesarias y, podamos tomar en forma conjunta (urólogos y pacientes), la mejor decisión de tratamiento y mejorar las expectativas en el manejo de esta enfermedad.
Nos leemos en el siguiente articulo. No olviden dejarnos sus dudas y comentarios.
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